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Siguiendo la línea del apego, abordado previamente en distintos encuentros, este capítulo tiene como objetivo reconocer la importancia de nuestras experiencias tempranas en la construcción de nuestro presente y cómo nuestro niño interior es una especie de voz que aparece con una narrativa que puede ser tanto constructiva como limitante.
Conocer a nuestro niño interior implica atrevernos a adentrarnos en la profundidad de nuestro mundo emocional y si bien, aquello puede ser difícil, incómodo e incluso doloroso por momentos, es imprescindible a la hora de lograr sanar nuestras heridas. ¿Por qué es importante hacerlo? Porque aquello que no hemos sanado del pasado, será reproducido en nuestras relaciones del presente. Como consecuencia podemos obtener por ejemplo síntomas de ansiedad y pánico, depresión y angustia, que suelen ser grandes motivos de consulta psicológica online.
Cuando somos pequeños, nuestra identidad se empieza a construir de acuerdo a cómo nuestros cuidadores son con nosotros y en consecuencia, la relación conmigo mismo depende de la relación que tengo con los demás. Cuando somos adultos, aquello se invierte y la relación con los demás depende de la relación que tengo conmigo mismo, por lo cual, negar la importancia de nuestra historia sería negar los principales motivos de por qué somos como somos y cuáles son las fuentes de lo que hoy determina mi autoestima y mi posibilidad (o imposibilidad) de conectar con los demás.
El trabajo con el niño interior no es sencillo ya que, es el nivel más profundo de abordaje. Sin embargo, desde luego los cambios son los más significativos, los más trascendentales y los más gratificantes.
Paula Auletta
Francisca Pena Bustamante
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